¿Prohibido? (privado)

Abrí la puerta de mi habitación, entrando primero para acomodar los almohadones que se encontraban en el suelo, los que siempre amortiguaban mi caída de la cama.

Los puse frente a ella y me senté sobre ellos, acomodándo las sabanas de la cama para luego mirar a Al con una sonrisa.

Le di unas palmaditas a la cama para indicarle que se sentara en ella, quedando yo así, por debajo de él, poniendo una de mis manos en su rodilla.

Una vez comodos me propuse a "interrogarle" sin llegar a ser un acosador, o al menos eso creía.

- Quiero conocerte, Al... cuéntame de ti... - le pedí clavándole la mirada; pretendiendo demostrarle que no lo preguntaba nada más que por curiosidad - ¿Vives muy lejos de aqui?

Se sentó donde le indicó, ofreciéndole una sonrisa amable.
-La verdad es que vivo bastante cerca, como a una media hora a pie. -Sonrió levemente, pues para él eso no era nada.

Acarició sus canos cabellos suavemente.

-Te extrañé.

Soltó de la nada.

Escuché con atención su respuesta... ¡Quedaba muy lejos! ¿Acaso vendría a pie hasta aquí? Cuando estaba a punto de preguntarle me dijo que me había extrañado. Sonreí agradecido, yo también lo había extrañado.

Me levanté de mi lugar sin despegar mi vista de sus ojos y me senté sbre su regazo, djándolo entre medio de mis piernas abiertas. Lo abracé escondiendo mi cabeza en su cuello, dejando que mi respiración le roce la piel.

- También te he extrañado... más de lo que imaginas - dije con un hilo de voz a penas, acariciando su cuello con una de mis manos - Es por eso que te pedí que me acompañaras...

Guardé silencio por un tiempo, mimando a Al como si yo fuera su minino, me gustaba su aroma. En realidad, me gustaba todo de él. Su presencia me hacía sentir protegido y me gustaba esa sensación, no tener miedo de que algo malo pase.

- Cuentame más... - le pedí separándome un poco para mirarlo nuevamente - Cuentame hacerca de tu vida... por favor. Quiero conocerte más.

Un suave escalofrío le recorrió por la cercanía del menor. Un suave sonido de satisfacción escapó de sus labios, una vez más, y se sintió pleno.

¿Hacía cuánto no estaba con alguien?

Después de todo, precisamente, no había hecho nada con el menor, nada que cruzase la linea de lo permitido, pero el mero contacton físico, como ése, le volvía loco.

Habían pasado años, donde él se había mantenido encerrado.

-Uhm... Hace unos años estuve en el Golfo, en la guerra. Fuí un soldado por varios años, pero me tuve que retirar...

Besó su cuello delicadamente.

-Nunca más volví, no planeo hacerlo, por ahora.

Me estremecí con aquel beso; estaba esperando sentir sus labios sobre mi, muy dentro de mi lo deseaba. No dejaba de parecerme atractivo... quería estar con él.
Sin embargo, esa muestra de cariño no me desvío de sus palabras, le había prestado mucha atención.

- ¿Por qué te retiraste? - pregunté acariciando su rostro con la mano derecha, mostrandome claramente preocupado. No sabía mucho de historia, ya que se me habían privado los estudios. Pero si sabía lo que era una guerra y nunca acababan bien. Siempre se perdía algo importante. ¿El habría perdido algo... o a alguien? No me atrevía a preguntar aquello.

- Puedes recostarte si quieres... - le propuse haciendo que incline su cuerpo hacia atrás, quedando semi sentado con la espalda apoyada sobre mi gran almohada. Me acurruqué a su lado, abrazandolo, en un intento de consuelo por una historia que aun era desconocida para mi.

-Uh...

Acarició la espalda del menor, relajándose...

-Esto, verás... En una operación, fuí secuestrado. No quedé bien, después de eso, que digamos... Y me tuve que ir. Luego de la recuperación no pasé el examen psicológico... Quedé muy nervioso, saltaba mucho. No podían permitirse eso en un soldado, ves.

Recostado a su lado, casi ronroneaba del gusto.

- Ya veo... debe de haber sido muy dificil... - suspiré.

Seguramente no debería haber preguntado, tal vez hubiera sido mejor quedarse con la duda. No quería ponerlo incomodo en lo más minimo, quería que se sintiera a gusto conmigo.

- ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

No iba a quedarme de brazos cruzados y esperar a que el tiempo arregle mi error. Debía hacer algo para compensar mi entromisión.

-No te preocupes pequeño, lo que te conté fué lo de menos. -Besó su mejilla con dulzura, y suave, le acarició.- Lo digo en serio.

-Puedes sonreír un poco... Te ves bien haciéndolo ¿Sabías? Deberías sonreír muchísimo más. Te haría bien, creo.

Sus dedos acariciaron sus labios, y se sintió tentado.

¿Eso era lo demenos? ¿Había cosas peores? No quería que las recordara, no podría permitirme hacer que a su mente vuelvan recuerdos indeseados. Y a pesar de mi repentina angustia, sonreí cuando me lo pidió...

No lo hacía sólo por complacerlo, la verdad era que simplemente con una palabra Al me hacía feliz.

Me reincorporé un poco pansando una de mis piernas sobre su cuerpo, deleitándome con aquella caricia que ocupó mis labios. Entonces me di cuenta de lo que quería...

- Ya no me importa ser castigado... - pronuncié poniendome sobre él para robarle el aire de una vez.

Las torturas, insultos y humillaciones, no me importaban más. Estando con Al era feliz y la sensación me gustaba, no podía dejar que un manojo de reglas detuvieran ese sentimiento. Quería besarlo y lo hice... Mi primer beso robado...

Se le escapó una suave, leve sonrisa, de la cual casi no percató su existencia. Sus labios eran tan cálidos y suaves...
Le devolvió el beso suavemente, atrayéndole contra sí, acariciando su mejilla, su cuello, su nuca, jugueteando suavemente con su cabello, sedoso.

-Uhm...~

Lo tomó por la cintura y le acomodó con cuidado contra su cuerpo, buscando su calor.

Me aferré a su camisa con ambas manos, sonriendo mientras acariciaba sus labios y le daba suaves lamidas a su boca, tocando su lengua de vez en vez. Estaba contento... me había correspondido el beso, mi pequeño "acto de rebeldía".

Al sentir como posicionó su brazo en mi cintura, dejé escapar un leve suspiro ahogado en sus labios. Amaba su cercanía, la calidez de su cuerpo.

- Quiero estar contigo... - susurré aun rozando sus labios con los míos, permitiendo que aún corpantamos nuestro aliento algo acelerado por la falta de aire - Tú me gustas mucho...

Terminada la frase volví a tomar posesión de su boca, arrugando su camisa con las manos por el deseo que me invadía. Lentamente algunos de los botones de la misma se fueron desabrochando, dejando la prenda a medio abrir.

Me estaba pasando tal vez... Esto estaba mal. Pero no podía detenerme...

-Y tú me gustas a mí, Kadaj...

Susuró sobre sus labios, dejándose desvestir, sin oponer resistencia. Iban muy lejos, más de lo permitido al menor... ¿Pero qué importaba en este punto, eh? Se habían caído al abismo.

La pasión subia de a borbotones, suave y cálida.

Su suspiro ahogado le prendió inesperadamente. Un escalofrio le recorrió la espalda y tomó sus labios con más pasión, posesivo pero aún así suave, sin olvidarse de ser cuidadoso jamás.

Dejé que me tomará de una forma algo más posesiva, sin embargo, no dejaba de ser algo que nunca había probado. Se sentía perfectamente que era un beso sin maldad... Por más que sólo fuera un mero presentimiento... Yo había caído en la conclusión de que él no sólo deseaba mi cuerpo. Él me quería, ¿verdad?

Me separé de su boca lentamente, clavandole la mirada; intentando deducir si deseaba lo mismo que deseaba yo. No estaba del todo seguro, pero aún así... me adelanté. Tomé sus manos y las posicioné sobre mi yukata, dándole permiso para quitármelo...

Me estaba condenando... tal vez me considerarían un desobediente, un pet inservible, pero no tenía control sobre mis emosiones. Aunque eso significara "regalarme" a un cliente, a mi no me interesaba ya. Al no era un cliente a mi parecer, porque a él lo quería... posiblemente demasiado.

-Hey...

Susurró suavemente, acariciando su cuello con sus finos, pálidos labios. Se estaba preocupando. No quería que él se le regalara de esa manera tan... física.

-Ahora no...

Besó sus labios con dulzura.

-No quiero ser otro más...

Sus palabras me dejaron helado... "No quiero ser otro más..."
¿Me había equivocado? ¿Él si me veía como un simple negocio? Tenía que pagar primero para tenerme... por eso se negaba... Claro que tendría problemas con el señor Soul de lo contrario.

Intentaba entenderlo, pero eso no disminuía mi malestar. Por alguna razón, me había angustiado.

- Lo siento... Yo pensé... - no sabía que decir en realidad - yo pensé que me querías... Tú sabes, quererme de verdad.

Decidí callar, ya no había necesidad de dar lastima. Debía ponerme en el lugar que me correspondía... el de pet.

-Dios santo... No pienses mal... No me refiero a eso, agh... Yo... Te quiero...

Se sonrojó levemente.

-Por eso, es que me quiero abstener. Hagámoslo... Realmente especial. No algo del momento... Para mi no eres un pet, joder...

Se le había escapado hasta una mala palabra.

-Eres alguien adorable, alguien con quien me encariñé mucho... Por eso... Ahora no puedo... No es, que no quiera...

Estaba mortalmente rojo, sintiéndose estúpido.

¿Hacerlo de forma especial? Poco conocía de aquello... ¿Cómo hacer algo de todos los días... especial? Era obvio que me faltaba experiencia en "ser humano", tal vez mi mente no iba más allá de la vida de un pet. Por lo que un momento especial no estaba incorporado en mi vida rutinaria.

Me sonrojé levemente cuando me halagó con sus palabras, diciendome que se había encariñado conmigo.

- Yo también te quiero... muchísimo - dije aún en mi lugar, pensé en besarlo. Pero lo anterior me hacía dudar, debía buscar aquel momento al que llamaba especial.

Bajé la vista pensativo, todabía tenía mucho que aprender...

Acarició sus cabellos con suavidad, dulce, como siempre procuraba serlo con él. Le besó la mejilla, y con su nariz acarició su blanca, tersa piel.

Era una delicia hacerlo.

-Yo te mostraré todo... Quiero que vivas bien, Kadaj...

Le robó un suave, dulce beso.

Sus palabras me insitaron a abrazarlo, quedándo ambos recostados sobre mi cama, estando yo sobre él aun apretando mis labios contra los suyos.
Me separé lentamente, disfrutando de cada sensación, nunca había sentido un simple beso así... Luego me deslicé, acariciando su cuerpo con el mío, hasta ponerme a su lado.
- ¿Por qué lo haces Al? ¿Qué te motiva a tratarme de esta forma? - lo interrogué de la nada, jugando con mis dedos en su pecho, mientras volvía a pasar una de mis piernas desnudas sobre él por una de las aberturas de mi traje.

-¿"De esta forma"? Pues... No lo sé... Soy así... Creo, pequeño, que todos nos merecemos algo de cariño... No te veo como los demás lo hacen. No eres un chico-objeto, eres un humano, uno muy valioso, como todos, creo.

Agradeció el calor de su cuerpo, y acarició suavemente su espalda, con sus dedos.

-¿Te gusta?

Me quedé pensativo por un instante, era la primera persona que me decía algo así... que yo no era un objeto. De hecho, hasta yo mismo me consideraba eso, después de todo era un pet.
Su pregunta me sacó de mis pensamientos, pero en vez de darle una respuesta sólo le sonreí y lo besé en los labios de forma lenta y sensual. Me acurruqué contra su cuerpo, entregándome, de cierta forma, para que me "acaricie" a su voluntad.
- Gracias... - susurré tomándo su mano para llevarmela al rostro.
Apoyé mi mejilla contra sus dedos, mimándolo, y después les dí una atrevida lamida cual gato.

Lo miró dulce, como si fuera la cosa más importante para él. Quizás así fuera. Albert no tenía a nadie, y comenzaba a encariñarse muy rápido. Demasiado.

-No tienes porqué agradecerme, pequeño...

Tomó sus manos y las besó suavemente, e inhaló su aroma, delicioso, intoxicante.

-Me gustas mucho.

Besó mi mano como si de alguiñen importante se tratase. Este hombre me hacía sentir así, importante... que valía algo más que unas monedas, que tenía un valor "sentimental". Me hacía feliz...

- Tu también me gustas... y tal vez... más que eso - le confesé acariciando su rostro con mi mano, dirigiéndole una mirada cálida que intentaba reflejar lo que sentía.

Albert podía hacer que un simple me gustas, se transformara en "algo más" en mi mente. Comenzaba a quererlo demasiado. Pero a diferencia de lo que sentía por Soul, este sentimiento no me atemorizaba ni era algo de lo que me arrepintiera.

-M...me alegra saber, que estamos igual...

Le sonrió levemente, algo rarísimo en él. Y lo hizo con gusto, aunque algo sonrojado, quizás. Ojalá que no se notara.

-Dime... ¿Qué tipo de cosas te gustan? Comidas, regalos... Cosas así.-

Es verdad, sabía muy poco de él... Pero era arreglable.

"Estamos igual" Acaso esa frase también abarcaba mi "tal vez más que eso". No me atreví a preguntar, sólo sonreí satisfecho de saber que el sentimiento era mutuo.

Seguidamente preguntó por mis gustos, una de las interrogantes que más me costaba responder, ya que me gustaban muchas cosas.

- Pues... - me volteé para apoyar la espalda de lleno en la cama, ya que estaba de lado, y quedé mirando el techo pensativo - me gusta esta ropa rara... - dije levantando con mi pierna un pedazo de la parte posterior del yukata - es muy cómoda - sonreí recordando que debajo de la fina tela no había nada mas de ropa.

Luego me volví hacia el, sobre él... sentándome sobre su vientre y apoyando las manos sobre su pecho. Mis manías de pet... manosear.

- También me gusta pasear, salir del encierro... de la comida no se mucho, como lo que me den, aunque podría decir que me gustan mucho las pastas. Mi antiguo amo escuchaba mucha musica clásica, así que le tomé el gusto... - con cada palabra me movía un poco sobre su vientre, llegando a rozar aquella parte íntima. Aunque todo lo hacía por simples manías inocentes que me habían enseñado, parecía que quería provocarlo.

- También me gusta jugar en la cama... - con la última frase me quedé en silencio, notando lo que había dicho. No me había dado cuenta de lo bizarro que había sonado aquello último, ¿pensaría mal de mi? Tal vez comenzaría a verme como un prostituto ahora...

No sabía que decir, así que solo esperé en silencio su reacción, mirándolo con algo de arrepentimiento.