¿Prohibido? (privado)

-Es una yukata muy linda... Me gusta. Además, te queda bastante bien... -Sonrió. Y se quitaba fácil.

-Uhm... La música clásica, a mí también me gusta... ¿Conoces la Sonata del Claro de Luna? Es mi favorita.

Le robó otro beso, suave y fugaz.

El chico comenzó a moverse sobre él, y lenta, la temperatura comenzó a subir.

Se rió suavemente con lo que dijo. Acarició su mejilla.- No te arrepientas de lo que has dicho; Es cierto, después de todo, a todos nos gusta... Suave, gentil, por mi parte, al menos. Jamás te dañaría.

Suspiré aliviado al ver que no le había molestado mi última frase y preste especial atención a sus últimas palabras. Suave y gentil... jamás me dañaría.

- ¿Eso se puede? - pregunté ignorante.

No conocía una forma de jugar en la cama en la que no me lastimaran aunque sea un poco. Siempre era algo brusco y con desesperación.

Quité las manos de su pecho y las puse sobre la cama, acomodándome sobre él, pero en donde a mí me gustaba... sobre aquella parte.

El calor sobre su entrepierna aumentó. ¿Acaso estaba desnudo?

-Sí, claro que se puede, pequeño... - Se enderezó y lo abrazó, atrayéndole hacia sí, acariciando su espalda baja con atrevimiento, sin llegar a tocar su trasero.

-Juro probártelo.~

Se le escapó otra sonrisa, un tanto tonta, pero no la vió, por suerte. Le avergonzaba sonreír, porque le era extraño.

Me atreví a robarle un beso después de aquella promesa. La cercanía hacía imposible retener mi tentación de probar sus labios una vez más. Me hacían sentir querido y eso me gustaba.

Puse mis manos sobre sus hombros, y esta vez me moví concientemente sobre su entrepierna mientras lo besaba. Quería hacerlo feliz tanto como él a mí.

Le respondió el beso, cada vez más apasionado. Si seguía así sabía que no se iba a detener. Era dulce y suave, si, pero eso no le quitaba la excitación que comenzaba a crecer de a momentos.

-Uhm...

Continuó acariciando su cuerpo, sus dedos delineando sus ínfimas caderas, para luego moverse a su espalda, rozando cada una de las vértebras sobre la ropa.

Desde el Atlas al Cóxis.

Dejé escapar un leve suspiro en sus labios al sentir como me recorría con sus manos; decidiéndome a apretar un poco más mi cuerpo contra el suyo. Quería sentirlo mas cerca, más caliente.

Pasé la lengua por sus labios y luego continué besándolo. Dejándo por momentos mi lengua inmovil para sentir la de Al acariciando la mía.

Posicioné mis manos sobre su cuello y fui bajando en una caricia hasta su pecho, volviéndo a desabotonar su camisa, a pesar de lo que anteriormente me había dicho, sobre hacerlo "especial".

- Para mi cualquier momento en el que este contigo es especial - le aclaré en un suave susurro.

Todo lo que llegara a hacer con el sería algo nuevo y diferente para mí. Algo que recordaría y de lo que seguramente no me cansaría jamás.

- Te quiero Al ... - pronunciaba entre besos terminando por desabrochar su camisa.

Suavemente tomó al chico de los hombros y se posicionó encima de él, suave, le dejó contra el colchón, y besó su cuello con ansia.

"Mierda..." Pensó para sus adentros. Suavemente, delicado, comenzaba a caer contra el menor. Pero debía controlarse. Podía hacerlo.

Sus besos bajaron, convirtiéndose en lamidas suaves y atrevidas, sus manos recorriendo el cuerpo ajeno, aunque privándose de tocarle en cualquier parte más "privada".

Me dejé hacer... permitiendo que se posicionara sobre mi y que me tocara. Se sentía bien, y hasta incluso me hacía desear acariciarlo también.
Pasé mis manos por su pecho mientras él me besaba y lamía. Era imposible resistir la tentación de bajar mis manos... de llegar hasta su vientre y posicionarlas en el cinturón de sus pantalones. Quería quitarselo, y no era algo de lo que me arrepentiría, de eso estaba seguro.
Me atreví a desabrochar su cinturón, bajando la bragueta del pantalón...

Tomó su mano con suavidad, evitando que siguiera bajando la bragueta de su pantalón.

-Calma, precioso... Vamos lento...

No se negó.

Su boca alcanzó su pecho, el cual besó dulcemente, mordiendo levemente su tetilla, sin jamás pasarse a lo violento o doloroso.

Sus manos jugaron en sus muslos, recorriéndoles por el interior.

Había caído.

Lo miré algo confundido cuando me dijo que iba muy rápido. Nunca había hecho las cosas así... como saboreando cada momento. Se sentía muy bien.
-Mmh ... - un quejido entre cortado al sentir sus labios sobre mi pecho, se escapó de mi boca - Ah ~
Jugaba con cada sensación de mi cuerpo, dejandome completamente a su merced. Todo lo que me hacía era sencillamente exquisito y quería más. Pero hacía lo posible para resistir... tenía que aprender a "disfrutar".
Me removí en la cama, aferrandome a las sábanas y comenzando a ruborizarme. ¿Podía encenderme tanto algo tan suave y gentil?

Su piel, en comparación a la del menor, estaba muy fría, y aprovechó eso a su ventaja. Con su fría nariz rozó la piel ajena, la piel de su pecho, suspirando y exhalando su cálido aliento en su torso.

-Mh...

Sus dedos juguetearon con la tela de su yukata, amenazanado con levantarla suavemente, y eso hizo. Rozó sus muslos, sus rodillas y fué bajando con su boca al ritmo de sus toques, llegando a su ombligo.

El cuerpo del menor era, sencillamente, delicioso.

Sus manos amenzaron con desvestirme, haciendome sonreir... Eso quería, ser desvestido por él; que me acaricie y me toque... que me haga suyo.
Me encogí de hombros para que la yukata se desajustara más, dejando a la vista un poco más de mi piel. Intentado seducirlo desde mi más perversa faceta pet. Mi intención era hacer que me desee, quería pertenecerle más que nunca. Por más que estuviera "prohibido" hacerlo con un cliente dentrto de Pair Soul.
Me llevé el dedo índice a la boca, deseoso de saber hasta dónde pensaban llegar sus labios sobre mi cuerpo, y cuando tendría la oportunidad de probarlo yo también.

Se controló lo que más pudo, y no cayó ante su tentación. Era una hermosa visión, el chico. Su desnudez le excitaba. Su pantalón comenzaba a apretarle desde hacía un rato ya.

Metió su lengua levemente en el ombligo del menor, cosquilleando, sonriendo ante su cuerpo reaccionando. Cada estremecimiento le provocaba oleadas de placer por verle de esa manera.

- Aaah ~~ - me estremecí volteando la cabeza hacia un lado con los ojos cerrados ante el contacto, tan dulce y provocativo. Esta nueva forma de mantener relaciones que me estaba enseñando Albert volvía mi cuerpo más sencible, más suceptible.
Cada caricia se sentía deliciosa, cada beso me dejaba aturdido...
- Mnh ... Te quiero, Al - pronuncié casi por inercia mientras me removía esperando más.