Una noche para disfrutar [privado]

Llegué a mi hogar sin poder borrar la sonrisa que tenía plasmada en el rostro. Metí el auto en el garaje y al apagar el motor, quité la llave y volteé a ve a mi acompañante. Bajo la luz tenue de la habitación no podía distinguir muy bien qué expresión tenía en ese momento, sólo podía ver que sus manos temblar demasiado. Seguramente ya se estaba preguntando qué le haría a él... Después de ver lo que le hice a Link, era de suponer que estuviera más asustado ahora.
Pero la verdad es que ni yo lo sabía... aún no me había hecho a la idea de que podría hacerle... con qué instrumento disfrutaría más torturarlo.
Bajé del coche y le di la vuelta para abrir la puerta del pet. Analizandolo minutos después, me di cuenta de que ese acto había sido demasiado cortés como para quien lo recibia. Sabía que él no se lo merecía... pero no me importó. Sólo quería ver cuál era su expresión en ese momento.
Tardó unos momentos en levantar la vista para verme, pero cuando lo hizo pude sus ojos llenos de miedo, hasta incluso su respiración se había acelerado bastante. Reí ante el hecho sin poder evitarlo y lo tomé de la correa sin tirar de ella esta vez.
Él caminaba a mi paso lento, como condenado que sigue a su verdugo el día de la ejecución. Podía escuchar como aquel traje japones que llevaba, le quedaba tan largo que la parte inferior la arrastraba por el piso con fatiga.
Cuando llegamos a mi habitación favorita, la de castigos. Me senté en el sillon de cuero dejando a Kadaj frente a mí. Lo recorrí con la mirada, pensando como podría empezar, la que sería, "la mejor noche de mi vida".

Cuando el Señor Soul iba conduciendo, me dediqué a concentrarme. Pensando que sólo debía soportar... le temía al dolor más que a la misma muerte. Pero debía soportar lo que fuera a hacerme, después de todo el dolor era sólo una jugarreta que me hacía mi mente para que mi cuerpo intente protegerse. Estuve intentando autoconvencerme todo el camino, pero no podía evitar sentir miedo. Cuando menos me lo esperaba el jefe apagó el motor del automovil... ya estabamos en el garaje, por lo que el miedo aumento. Ya estaba demasiado cerca de mi "destino".
No me atreví a mirarlo, sólo deseaba que mis manos dejaran de temblar, pero el miedo aumentó cuando sentí que él ponía sus ojos sobre mi... y me pregunté que se le pasaba por la mente en ese momento. Posiblemente se imaginaba como podría hacerme sufrir más.
Se bajó del auto y me abrió la puerta. Por un momento no lo creí, ¿de dónde había salido tanta amabilidad? Pero después puse los pies en la tierra... era obvio que solo lo hacía por miedo a que quisiera quedarme en el auto. Levanté la mirada para verle a los ojos...
Sonreía de la misma forma como lo había hecho antes de llevarnos a las aguas termales para quemarnos, parecía que mi sufrimiento era lo único que lo hacia realmente feliz. Tómo mi correa y me llevó de forma suave hasta la habitación en la que habíamos estado con Link.
Me quedé parado frente a él cuando se sentó en el sillón y me contempló de arriba abajo, sin decir una palabra. No sabía que decir ni como reaccionar, sólo sabía que debía obedecer...
Junte ambas manos a la altura de mi vientre y bajé la cabeza esperando sus ordenes.

Pronto se me ocurrió como empezar y me levanté de mi lugar.
-Empezaré despacio contigo, hasta llegar a que te desmayes del dolor... -le susurré al oído cínicamente y caminé hacía donde se encontraba aún el paquete abierto que había escogido para Link.
Tomé un latigo negro largo y pesado, examinandolo con la vista. Era demasiado... y si le hacía marcas muy profundas le quedarían cicatrices... sería complicado venderlo después.
Dejé el látigo y me fijé en uno similar, pero más fino y liviano; ese era el adecuado.
Volteé para mirarlo con una sonrisa y le hice señas con dos de mis dedos para que se acercara y cuando lo hizo, le ordené:
-Ponte de rodillas allí, mirando hacia la pared...

Sentí como si se me detuviera el corazón cuando el jefe se levantó y me susurró aquellas palabras al oído. El sólo escucharlo hizo que perdiera la concentración otra vez, y las manos comenzaaron a temblarme del miedo.
Luego, lo miré sobre mi hombro hasta que escogió el primer instrumento. Apreté los puños y me acerqué cauteloso cuando me hizo señas.
Tragué en seco cuando me pidió que me arrodillara de espaldas a él... Sabia que por un lado era mejor porque me permitía concentrarme más en calmarme, ya que no estaría viendo lo que hacía a mis espaldas. Pero por otro lado me asustaba más el no saber que haría. ¿Y si se cansaba de mí y se decidía a matarme? Suspiré intentando olvidar esa pregunta y di una tímida mirada por sobre mi hombro.

Reí por lo bajo cuando noté como inclinaba la cabeza lentamente para mirarme por sobre su hombro, y me acerqué caminando velozmente, agachándome para ponerme a su altura.
-¿Tienes curiosidad?- le pregunté de repente haciendo que se sobresaltara, y volví a reir. Realmente me gustaba que me temiera de esa forma.
Puse mis manos sobre sus hombros y le bajé de forma bruta el traje hacia abajo, dejando descubierta su espalda. Sin poder evitarlo, me quedé contemplando aquel tatuaje que mi padre le había mandado hacer.
"Infancia"... ¿por qué habrá elegido una palabra asi? Acaricié con la yema de mis dedos la letra haciendo que el cuerpo de Kadaj se tense ante el contacto.
Me alejé un poco, levantandome de mi lugar. Lo que menos quería era que lo que le hiciera le "agradara".
Tomé el látigo entre mis manos y desenrrollé toda su extensión.
- No será necesario que te ate, ¿verdad?- sonreí sabiendo que de todas formas él no se movería de su lugar. Después de todo lo que mejor sabía hacer era obedecer - Pon tus manos allí, agarrando esas barras de hierro.
Hice que extendiera sus brazos para tomar con ambas manos unos barrotes que caían en forma vertical contra la pared y sin poderlo resistir más le di el primer azote con el látigo.

-¡¡Aaaah!! - grité sonoramente aferrandome con fuerza a los garrotes y cerrando con fuerza los ojos.
De verdad dolía, ¡dolía demasiado! Sentía como si me hubiera cortado la espalda y el dolor no parecía cesar como si se me hubiera impregnado en la piel.
Volvió a azotarme y esta vez ni siquiera conseguí que me saliera la voz, sólo abrí a más no poder los ojos e inmediatamente sentí el próximo, desahogando el grito reprimido.
-¡AAAAH!- tensé mi cuerpo intentando reprimir el punzante dolor, pero era imposible. Comencé a agitarme temeroso de sentir nuevamente el látigo castigandome.
-¡¡AAAAAH!!- no sabía si era que cada vez me azotaba con más fuerza o cada vez me dolía más, pero ya no podía más. Realmente quería rogarle que se detuviera, pero no debía.

Apenas comencé no pude detenerme, sus gritos alimentaban aquellos deseos que sentía de torturarlo. Cada alarido practicamente me obligaba a golpearlo otra vez.
-Te duele, ¿verdad?- dije con una tonalidad de ansiedad y desesperación volviendo a azotarlo - ¡Quieres que me detenga, ¿verdad?!- le grité excitado.
No obtuve respuesta y lo azoté con más fuerza, logrando sacarle un grito de dolor mezclado con un leve sollozo.
-¿Por qué no estás rogandome que me detenga? - le pregunté azotándolo con más fuerza todabía dejandole un tajo a lo largo de la espalda. Me había pasado de la raya, pero es que me desesperaba... no me daba lo que yo quería escuchar... sus súplicas.
Me detuve y caminé hasta donde estaba arrodillandome para ver que tan profundo era el corte.

Con el último golpe no pude retener mis lágrimas, que rodaron por mis mejillas y bajaron por mi barbilla hasta caer al piso. Podía sentir como un liquido caliente mojaba mi espalda, ¿era sangre?
Ardía demasiado, apreté los dientes intentando aguantar aquel dolor pero los abrí de repente al sobresaltarme por sentir al Señor Soul tan cerca mio. Se habia arrodillado tras de mí parecía analizar la herida que me había hecho, posiblemente riendo de mi dolor. Lo miré por sobre mi hombro para asegurarme.

La herida no era tan profunda como para dejarle cicatriz, podía continuar, pero cuando levanté la vista lo vi mirándome fijamente a los ojos.
Nunca antes lo había visto llorar, sus lagrimas brillaban en su rostro que seguía atormentado por el miedo y por alguna razón sentí la necesidad de tocarlo. Pasé mi mano por su espalda sin despegar mis ojos de los suyos, y al acariciar su herida, Kadaj se arqueó un poco, obligandome a tomarlo con fuerza en mis brazos para acercarlo a mi.
Ya con el pet recostado sobre mi regaso, sentí un impulso imposible de contener... uní mi boca con la suya sin entender muy bien lo que hacia, envolviendo su lengua con la mía y llenando su boca con mi escencia. ¿Lo estaba... besando? ¡¿Por qué?! ¡SE SUPONE QUE YO LO ODIO!
Me separé bruscamente y lo abofetié sólo para descargar mi enojo conmigo mismo.

Pude serciorarme de que no se reía, pero me quedé inmovil cuando él también posó sus ojos en mi, de repente me tocó la herida que él mismo había provocado y me provocó tal dolor que tuve que arquear la espalda inconcientemente... Entonces, para mi sorpresa, ,el me tomó en sus brazos y me recostó en su regaso. Lo miré confundido, no entendía lo que pasaba, ¿qué me haría ahora?
Abrí mis ojos a más no poder cuando sentí como se movía su lengua en mi boca, no hice absolutamente nada. ¡¿Qu- q- qué le pasaba ahora?! ¿Qué estaba haciendo?
Cuando se separó... pensé en hacerle mil y un preguntas... Pero parecía que él no las deseaba e inmediatamente me abofeteó brutalmente haciendome caer de su regazo con un hilo de sangre corriendo por la comisura de mis labios. Permanecí con la cabeza gacha y me puse sobre mis rodillas, apoyando una mano en el piso para sostenerme, mientras que con la otrra me limpiaba.

Apreté los dientes con fuerza, haciendolos rechinar. No podía creer lo que había hecho... ¡¿Qué rayos había hecho?!
Eso iba en contra de todos mis principios... Kadaj es y siempre ha sido el enemigo, el objetivo de mi venganza. ¡¿Por qué lo besé?!
Golpeé el piso con mi puño por simple ira. Ya no sabía que me estaba sucediendo.
Sentí una extraña sensación en el cuerpo y bajé mi mirada hacia mis pantalones... ¿estaba... excitado? Fruncí el seño a más no poder y volví a golpear el piso con mi puño. ¡¿Cómo era posible?!
Puse la mano derecha sobre mi cabeza, tirándo de mi cabello sin saber ya que pensar. En ese momento me di cuenta del daño que me había hecho golpeando el suelo de cemento. La mano me dolía bastante y podía sentir como estaban sangrando mis nudillos.

Una vez que me limpié la sangre, volteé a ver al jefe que golpeaba con furia el piso haciendose mucho daño. Parecía que también él estaba confundido por lo sucedido, así que decidí acercarme.
Cautelosamente gatié hasta donde estaba y cuando se tomó por la cabeza pude ver la herida en su mano. Estaba realmente mal... hasta incluso sangraba. ¡Que bruto. Se hizo daño el mismo!
Tomé cuidadosamente su mano con ambas mias para verla mejor e inmediatamente cerré los ojos con fuerza cuando él posó sus ojos en mi. Realmente tenía miedo de recibir otra bofetada.

Cuando sentí como tomaba mi mano herida inmediatamente lo miré de forma amenazante, sin embargo, kadaj sólo la sostenía con ambas manos. ¿Quería revisarla o algo asi?
Cerró sus ojos cuando lo miré. Ahora estaba seguro de que sus intenciones no eran malas. ¿Acaso pretendía ayudarme aún cuando yo lo había torturado de aquella manera?
Empezaba a entender porqué mi padre empezó a encariñarse con él...
¡Pero no lo aceptaba! ¡No podía aceptarlo!
Levanté mi mano para golpearlo pero algo me detuvo y sólo consegui ponerla sobre su cabeza.

Abrí los ojos cuando colocó su otra mano, delicadamente sobre mi cabeza, y me quedé mirándolo, como pidiéndole permiso para revisar su herida.
Tendría que hablarle, pero se me había hecho un dudo en la garganta y no podía pronunciar una palabra.

Mi "intento de golpe" no fue más que una simple caricia, por lo que Kadaj pronto levantó la mirada, clavándome aquellos ojos verdes azulados de nuevo. Esta vez parecía querer pedirme algo y he de admitir que no quería ignorarlo.
Lentamente lo recosté en el frío piso de baldosas blancas, intentando de no moverlo de forma demasiado brusca por la herida que tenia en la espalda, y terminé de quitarle aquel traje de llevaba puesto.
No me sorprendió demasiado el ver que estaba desnudo debajo de aquella fina prenda, después de todo se trataba de un pet.
Kadaj aún sostenía mi mano derecha, mientras yo, con la izquierda, le acaricié la mejilla y le volví a plantar un beso en los labios. Esta ves sin remordimientos, sólo quería dejarme llevar una vez.
Cuando sacié mis deseos de llenarle la boca con mi escencia, pasé a morder y besar su cuello dejandole, pequeñas marcas, para después comenzar a subir la mano que sostenía Kadaj hasta meter dos de mis dedos en su boca, disfrutando del tenerlo bajo mi poder.

Sólo me dejé hacer... El señor Soul se encontraba muy extraño, pero eso no me incomodaba. Al contrario, me gustaba mucho que se comportara así. Hasta incluso parecía que.. ya no me odiaba tanto.
Realmente se parece a su padre... pensaba mientras me besaba. Físicamente eran muy diferentes, ya que mi antiguo dueño era mucho más mayor, pero sus personalidades eran casi identicas. Ambos actuaban de forma fría y violenta conmigo, y en ambos casos... terminé en esta situación.
Mis pensamientos fueron corrompidos cuando el jefe puso dos de sus dedos en mi boca, haciendo que un color rojizo suba por mis mejillas cuando empezaba a lamerlos con devoción. Realmente me encantaba todo lo que me hacía y sentía muchos deseos complacerlo, también.

El bulto en mis pantaones crecia cada vez que Kadaj saboreaba mis dedos, estaba decioso de que lo que saboreara fuera otra cosa. Pero este no era el lugar para hacerlo mio...
Lo alcé en mis brazos y salí del cuarto, besándolo y lamiendolo de vez en cuando mientras él me respondía gustoso y me acariciaba el rostro con sus suaves manos, hasta llegar a mi habitación.
Lo recosté en la mullida cama de dos plazas y me coloqué entre sus piernas, permitiendole sentir mi extensión sobre la ropa mientras besaba su cuello.

Apenas me recostó en su cama supe lo que vendría después, por lo que simplemente puse mis brazos a los lados de mi cabeza... totalmente entregado a mi dueño...
Cuando comenzó a besarme y sentí su extención precionando mi entrada, me dediqué a despojarlo de sus prendas. Levantando levemente su sudadera, acaricié con la yema de mis dedos sus bien marcados abdominales, hasta llegar hasta su pecho, rogándole con la mirada que se la quitara. Me hacía mucha ilusión sentir su cuerpo desnudo aunque sea sólo esta vez. ¿Pero qué estaba diciendo? ¿Tenía deseos de que mi dueño me haga el amor?

Me detuve cuando noté que Kadaj intentaba quitarme la ropa. Y no pude negarme a complacerlo cuando me miró de esa forma. Me quité la camiseta entonces y continué besandolo y acariciandolo mientras que con mi mano libre ayudaba al pet a quitarme los pantalones; de todas formas ya me estaban apretando demasiado.
Una vez que me los quité tomé una de las manos de Kadaj y la puse sobre mis boxers, quería sentir sus delicadas manos tocando mi miembro.

Cuando se quitó la camiseta puse ambas manos sobre su pecho, acariciandolo mientras él me besaba. Se sentía muy caliente y fuerte, podía sentir como su corazón latia rapidamente, casi coordinado con el mio. Bajé una de mis manos a su pantalón, pero esta vez no fue necesario indicarle que se lo quite, él mismo me ayudaba a quitarselo. Una vez que nos deshicimos de esa molesta prenda, tomó mi mano izquierda y la puso sobre sus boxer, apretandola contra su miembro.
El color en mis mejillas se intensificó entonces. Él quería que yo lo tocara, aceptaba mis roces y caricias, le gustaban. Sonreí, me sentía feliz de que no me rechazara. Y comencé a masajear su extennción sobre la tela, hasta hartarme y pasar mi mano por debajo, tocando su piel.
Estaba realmente duro y mojado alli abajo, me daban ganas de tocarlo más. Bajé mi otra mano masajeandolo con un poco más de fuerza.

Dejé escapar un pequeño suspiro de placer en el oído de Kadaj cuando empezó a tocarme por debajo de la ropa con ambas manos. Realmente me estaba desesperando, pero al mismo tiempo quería ir lento, disfrutarlo más.
¡¿Adónde había ido todo mi odio?! me dije furioso conmigo mismo, pero al dirigirle una mirada a Kadaj... ver su rostro lleno de placer y sus manos moviendose lujuriosamente en mi intimidad, la pregunta se borró de mi cabeza. Lo besé, metiendo mi lengua en su boca para atrrapar la suya y darle un pequeño mordisco que lo hizo estremecer debajo de mi.
Quería más, quería sentir como su lengua acariciaba mi miembro.
Me reincorporé llevando conmigo a Kadaj en brazos, haciendo que quede sentado sobre mi regazo. Me dediqué la lamer y me morder su oreja para luego susurrarle al oído.
-Mételo en tu boca...

Su voz, suave, sensual y cálida, me dejó aturdido pero no tardé en obedecer. Me bajé de su regaso y me puse a la altura necesaria para poder darle los tratos necesarios a su extención. Sin usar las manos todabía, le dí una lamida a lo largo besando suavemente la punta, sintiendo como su cuerpo se tensaba ante el contacto.
Sabía como debía hacerlo para que lo sintiera delicioso, pero por alguna razón me daba más verguenza de lo normal. Tal vez era porque se trataba de él, que siempre me había tratado de forma fría e indiferente hasta el último momento.
Sin embargo, lo hice como debía. Me lo metí en la boca succionando con fuerza sin despegar mi ojos de los suyos, desviaba la mirada sólo cuando utilizaba mi lengua o lo masajeaba con mis manos. De vez en cuando conseguía metermelo casi por completo en la boca, aunque no lo hacía de forma continua ya que no podía respirar cuando la tenía toda en mi boca.

Mi respiración se aceleró u poco cuando comenzó a atender mi miembro. Realmente lo hacía bien, demasiado. Cada vez que lo metía por completo en su boca sin demostrar la más minima expresión de "ahogo" me sentía al borde del orgasmo. Con la quinta vez ya tuve que tomar delicadamente su cabeza y separarlo de mi pene. No quería correrme sin haberlo sentido bien por dentro.
Lo tomé por la barbilla indicandole que se reincorporara y luego lo recosté nuevamente en la cama, separando bien sus piernas para ponerme justo en medio de ellas, tanteando su entrada con la punta de mi pene.
Ataqué su cuello para frenar mi desesperación de penetrarlo de una sola vez, ya que quería hacerlo lentamente.
Mientras lo mordía, succioné un poco su piel dejandole una marca rojiza, como si se tratara de mi nombre escrito en su cuerpo. Quería marcarlo.

Apreté la almohada donde se apoyaba mi cabeza cuando sentí como me probaba con la punta de su pene y no pude evitar gemir cuando me besó de aquella forma tan apasionada el cuello. Me encantaba todo lo que me hacía, y quería más. Quería sentirlo dentro mio de una vez.
Moví un poco mis caderas ejerciendo un poco de presión, logrando que la punta comenzara a hundirse en mi interior.

Dejé escapar un pequeño suspiro de placer, acariciando la piel de Kadaj con mi aliento. Podía sentir un fuerte calor en la punta de mi miembro, su interior era realmente cálido, quería probarlo un poco más.
Introduje mi extensión lentamente dentro de su cuerpo, haciéndo que sus gemidos aumentaran con la profundidad. Pronto me encontré totalmente dentro de él y comencé a moverme dandole fuertes estocadas, llegando a tocar su próstata.